Perspectivas. Revista de Historia, Geografía, Arte y Cultura de la UNERMB
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Perspectivas. Revista de Historia, Geografía, Arte y Cultura.
Año 2 N° 3 Enero/Junio 2014, pp. 29-51
Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt
ISSN: 2343-6271
Claves epistemológicas-interpretativas para
abordar analíticamente el Tiempo Histórico
en Occidente
.CAZZATO, Salvador
Facultad de Humanidades y Educación.
Universidad del Zulia. Venezuela.
scazzatounica@hotmail.com
Resumen
Se abordan analíticamente claves epistemológicas acerca de las formas reproductivas
socialmente de construir y reconstruir el tiempo histórico occidental. Los hombres, al
motivarse como agentes de cambios en lo social establecen un dialogo entre presente
y pasado (continuum), pero partiendo a menudo de reconstrucciones cargadas de
signicaciones subjetivo-intencionales que develan variadas intencionalidades inter-
subjetivas que le sirven de utilidad interpretativa y operacionalmente al momento de
representar los tiempos históricos “en su momento y en su contexto dado”. Por ello,
se inere que el tiempo histórico es una construcción subjetiva e intersubjetiva que
está supeditada a las múltiples voluntades e intencionalidades de los seres humanos.
Se hizo uso de los aportes historiográcos de Carr (1985), Braudel (1960 y 1968) y
la hermenéutica interpretativa e intersubjetiva de Ricoeur (2000), con la nalidad de
arrojar algunas luces sobre los intereses y necesidades que los ociantes de la historia y
su tiempo privilegian desde el mismo momento que epistemológicamente seleccionan
un evento sobre otro.
Palabras clave: Tiempo, Continuum y Construcción subjetiva e intersubjetiva.
Epistemological-interpretative Keys to Analytically Adress Historic Time in
the Western World
Abstract
Epistemological-interpretative keys are addressed analytically about reproductive
forms socially constructed and reconstructed in the Western World historical time.
Recibido: 02/03/2013
Aceptado: 05/05/2013
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Men, as motivated as agents of change in social aspects, establish a dialogue between
present and past (continuum), but starting reconstructions often laden with subjec-
tive-intentional intersubjective meanings that reveal various intentions that serve as
interpretive and operationally useful when they represent the historical times "at the
time and in context given". erefore, it follows that historical time is a subjective and
intersubjective construction subject to multiple wills and intentions of human beings.
Use of historiographical contributions Carr (1985), Braudel (1960 and 1968) and
interpretative and intersubjective hermeneutics Ricoeur (2000) was made, in order
to shed some light on the interests and needs of the ociating of history and time
privileged from the moment that epistemologically select an event on another.
Keywords: Time, Continuum and Subjective and intersubjective construction.
Introducción
En el presente trabajo de corte histórico-losóco se trata una temática
poco abordada o desatendida por los cientícos de la historia en los últimos
años, como lo es el abordaje conceptual e interpretativo del tiempo histó-
rico, donde como se sabe existen diversas concepciones de tiempo (Físico,
fílmico, social, entre otros). En el presente artículo se tomarán sólo dos a
raíz de la complejidad del área de conocimiento prevista y seleccionada:
Físico e histórico. Al remitirnos tan solo a estas dos temporalidades deben
considerarse las distintas condiciones que éstas contienen.
Es necesario precisar y advertir que este claro desinterés o desatención
explicita por la materia prima principal y de mayor uso para los historiado-
res y algunos lósofos que les corresponda abordar por su misma naturaleza
investigativa, nos ha conducido a abocarnos a considerar interpretativa-
mente un marco distintivo, y por ende, nos permite emprender puntualiza-
ciones y reexiones apropiadas; debido a que es un tópico de conocimiento
de una concepción y una complejidad propia tendientemente cargada de
una excesiva subjetividad por las condiciones que se le tomen en cuenta o
posea y los estudiosos que la abordan de acuerdo a un momento, etapa, co-
yuntura o edad determinada. Porque según el consuetudinario tratamiento
conceptual del tiempo, y pese a venirse hablando de un “…tiempo de inter-
subjetividades por el mismo carisma que ha adquirido el diálogo de saberes
en boga actualmente”, deben considerarse innumerables atribuciones para
su estudio tales como los diversos enfoques y perspectivas y metódicas epis-
temológicas que de este abordaje pueden desprenderse y abarcarse. Es ella
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que se alude a las ciertas puntualizaciones emprendidas sin consideraciones
alejadas de voces univocas procurando un análisis interpretativo cabal; sin
pretender, claro está, dar por descontado todo lo que queda por decirse
acerca de las concepciones multivocas del tiempo histórico y humano. He
aquí nuestro punto de partida para lo que a continuación articularemos
interpretativamente desde la epistemología hermenéutica del tiempo hu-
mano-histórico que se procura situar en un prisma reexivo.
Prolegómenos acerca del tiempo
Primeramente, el tiempo físico es secuencial, puesto que maniesta un
orden sistemático donde aparece la noción de sucesión que nos proporciona
un orden determinado de los acontecimientos acaecidos e inmersos en la
realidad humana, es decir, donde todo proceso causal implica una sucesión.
El tiempo físico se sitúa en dos ejes fundamentales: El temporal y el espa-
cial, pero el tiempo físico está sujeto a los procesos lógicos de ordenamiento,
es por eso que “…todo proceso es causal” (Barcelo, 2006).
Es digno hacer notar que todo proceso es causal, ya que responde a una
serie de acontecimientos acaecidos que dan lugar a otros acontecimientos
consecutivamente, lo que implica que éste se produzca con un orden explí-
cito y no implícito. El tiempo físico es lineal, debido a los planteamientos
expresados anteriormente, el mismo resguarda un carácter secuencial que
como noción no deja de ser importante para comprender la continuidad
real o de lo realdel tiempo. Se consubstancia con una carácter homogéneo
lineal en la medida que éste acaece de acuerdo a los eventos que los hombres
o sujetos históricos suscitan
1
Sin embargo, el tiempo histórico es el otro tópico que nos ocupa en el
presente trabajo, puesto que el tiempo como noción epistemológica y mar-
1 El tiempo físico aludido acá es el pertinente al tiempo calendario expresado por Paul Ricoeur
a través de una textualidad de la lósofa Pilar Gilardi: El tiempo implica una secuencia, esto
es, una sucesión ordenada, una serie en la que se puede medir, localizar y prever ciertos
eventos que guardan entre sí determinada relación…para poder ordenar, explicar y describir
los acontecimientos, la historia necesita de esta noción de tiempo que hace posible hablar de
recurrencia, periodicidad y regularidad. (tomado del artículo publicado en la revista de Es-
tudios de Historias Moderna y Contemporáneas de México nª 41, enero-junio del 2011 en
google: La reconguración del Tiempo en la narración Historiográca según Ricoeur. Pág. 4
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co referencial existe y pervive a partir de la interacción humana, por cuanto
son los procesos humanos los que denen la causalidad en el tiempo; y la
misma secuencia ordenada de los acontecimientos descritos por el hombre,
ya que los mismos son una serie de cambios que generan a su vez otros
cambios intrínsecos (ídem). Dichos cambios son, de por sí, indetenibles en
su dinámica explícitamente humana; es decir, que éstos se expresan inexora-
blemente también a través de las diferentes concepciones sociales/históricas
del tiempo humano que las sociedades y sus actores le atribuyen, pero de
estas concepciones: las percibidas y enlazadas a la categoría de continumm
son las que nos interesan de ahora en adelante, claro el planteamiento de
esta dinámica acá siempre esta motorizado por sujetos sociales especícos.
Es decir, la atribución y asunción temporal (es un cambio per se) de sus
actores en su entorno obedece a necesidades internas que les corresponde vi-
venciar: y que tiene por epicentro epistemológico que partiendo desde una
mismidad distintiva <tal atribución> le permite otorgarse y otorgarle un
mayor sentido lógico- social al establecer inexorablemente este continuum
como forma de apropiación histórica.
Es motivo central de este trabajo indicar y precisar algunos aportes pre-
liminares acerca de esta temática, la cual ha sido descuidada por los cientí-
cos sociales y los historiógrafos de ocio en los últimos años, es por ello que
nuestro interés reside en desempolvar y re-enfocar ciertos planteamientos a
partir de núcleos y posturas analíticas e interpretativas procedentes de de-
terminados autores seleccionados del siglo XX. El tiempo es y ha sido una
variable temática a la que poca atención se le ha prestado en la actualidad
en cuanto al desarrollo académico de las ciencias históricas y sociológicas
principalmente tratadas.
El tiempo: Un espacio de reconstrucción histórica subje-
tiva.
La importancia del tiempo histórico reside en que es construido por
los hombres y las mujeres a través de su experiencia histórica y empírica
de una manera retrospectiva y presentista que implica una reconstrucción
de los hechos acaecidos en las sociedades occidentales básica y generalmente
conocidas.
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Por ello, E.H. Carr nos dice que “La historia es un diálogo entre el
presente y el pasado”, toda vez que ésta, es un puente mutuo entre ambas
dimensiones temporales; y de la misma forma se encuentra representado y
auspiciado por las interacciones humanas de los sujetos sociales, por cuanto
es denotativo aseverar que el pasado y el presente coexisten en y mediante
la concepción historiográca dinámica del presente en referencia al conti-
nuum. (Referente acá de suma importancia para comprender la acción histórica
de las sociedades). Es primordial señalar que E. Carr denió a la historia
como un proceso continuo de interacción entre el historiador y sus hechos
2
,
de modo que la dialéctica de este continumm es esencial para nuestros nes;
tal como se le conoce en la epistemología de las ciencias sociales.
Puesto que toda acción humana no es una concepción que se reduce al
azar en su tiempo, es factible indicar que toda acción de los hombres en su
contexto fue, es y será un modus faciendi particular de percibir la historia
de acuerdo a ese tiempo y espacio, aunque en ocasiones dicha concepción
resulte poco operativa o se rompa el sentido perceptivo del continuum dia-
léctico que ellos mismos hayan reproducido culturalmente para asegurarse
ese dialogo histórico denotado por Carr.
La permanencia constante de los actores en el tiempo histórico es tam-
bién un continuum, puesto que está representado, en sí, en ese diálogo
destacado por E. Carr en el párrafo anterior. Ya que percibir un tiempo
determinado es precisar la continuidad del hombre en el mundo físico (oc-
cidental), brindándole historicidad simultáneamente por un lado; y por
otro, resulta innegable que este tiempo histórico valida y legitima las cate-
gorías y signicaciones que permiten explicar ese orden subjetivo, secuencia
o sucesión de las experiencias históricas llamadas también acontecimientos
históricos pre-establecidos por los cientistas sociales, es por ello que “…espa-
cio y tiempo son representaciones en sí” (Barcelo, 2006 Pág. 2), situados
mediante la sucesión de hechos seleccionados por el historiador <es decir,
desde su percepción subjetiva constructora>
3
.
Conviene notar que el continuum no sólo comprende la signicación
temporal de una manera de precisar, hacer (modus faciendi) e interpretar
la permanencia de sucesos y causalidades prescritas en un período x, sino
2 Confróntese el clásico ¿Qué es la Historia? De E. Carr, año 1986. Revisada por R. Davies.
3 Arista que se abordará posteriormente.
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que éste patenta y valida el sentido de sentirse identicada una sociedad a
través de una noción, etapa o lapso temporáneamente construido con tal
de percibirse a sí mismo como propio, formando parte de una mismidad
que le permita contrastarse frente a lo ajeno o extraño de lo real-espacial, o
bien frente a una temporalidad como la apuntada por Carr. Al establecer
dicho continumm mediante la selección simple o compleja de los eventos
temporales, por quienes estudian la historia, precisa maneras que lo identi-
can o no lo identican con las signicaciones que le connotan a su tiempo
x. Con ello quiero indicar que estos modos de identicación basados en lo
temporal refuerzan tal continuidad hasta el punto de congurarse en una
apropiación como mencione antes.
En este sentido, al percibir el tiempo histórico de acuerdo a estas no-
ciones como estas del continumm se detallan explicaciones generales que
procuran identicar y denir una época, pero para lograr esta denición o
concreción debemos hacer abstracción de la noción de tiempo de acuerdo
a las características que lo denen en cada época. Porque aparte de una
continuidad temporal de las sociedades, ellas presentan también cambios
(las conocidas discontinuidades según Michel Foucault) en las estructuras
y dimensiones que las componen desde su naturaleza societal. Pero es el
historiador como sujeto epistémico activo quien “selecciona cuáles acon-
tecimientos” poseen o no signicación histórica, haciendo del devenir de la
historiografía un saber-conocimiento (no sólo referido al empirismo fun-
damental –vale destacar combatido por Bloch y Carr-) basado en la simple
complejidad de las subjetividades que conuyen entre el historiador y sus
hechos en el presente nos remite a una comprensión meramente reductiva,
disociándose de ese diálogo tan resaltado por Carr, como lo es el presente-
pasado histórico con el que se compromete el verdadero quehacer de este
ocio.
Es de acuerdo a este presente, entendido desde la lógica-occidental, que
Barceló nos aclara “…que el tiempo histórico no es una cosa, no es una es-
cala, sino la experiencia que los historiadores e historiadoras tenemos de la
continuidad y de la sucesión” (2006:13). De manera que puede aseverarse
que el tiempo es una variable de duración que se estructura y se desestructu-
ra de “modos complejos” de acuerdo al escritor Goodenough (1978). Estos
modos de complejidad se signican a través de los movimientos, cambios,
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transformaciones y discontinuidades que provienen derivadamente de las
múltiples posturas, decisiones y acciones humanas demostrables en el en-
torno cotidiano.
Desde su raison d^ etre, el tiempo histórico-subjetivo es cambiante y
multiforme, y este tiempo implica un tejido de representaciones e impli-
caciones dimensionales que se integran y se problematizan por medio de
diversos elementos, pero que fundamentalmente no se descentran del con-
tinumm como eje complejo a partir del axioma de Bloch y Carr. De modo
que el tiempo es una representación multívoca ampliada gracias al desarro-
llo de la diversidad del peso empírico de cada cientíco social que ordena
sucesivamente “hechos con la nalidad de articularse y garantizarse una rea-
lidad (marco referencial) lo menos articiosa, pero sí lo más ‘segura’ posible.
Sólo por recordar precisaremos algunas de dos ilustraciones al respecto,
no sin antes señalar que el registro de estos cambios y movimientos dan
cuenta de una estructura diversa que encarna e imbrica ese continuum como
un marco referencial histórico claro está. Marc Bloch indica con fuerza en
su texto cómo la temporalidad histórica no es una simple secuencia, por
cuanto es a su vez un continumm, <que se disipa o es difuso cuando deja de
ser un marco referencial preciso, esto es relativo>.
Verbigracia, tenemos que cuando un siglo x culmina “calendariamente
no necesariamente su culminación se traduce o reduce a ese momento
irrestricto, pues si este tiempo histórico conforma un continumm per se (el
paso de un siglo a otro –por ejemplo- entendido occidentalmente: tiempo
calendario gregoriano) no siempre éste se percibe signicativamente en lo
social como un marco nal riguroso; pues es posible percatarse de acuerdo
a los sujetos sociales primordiales la importancia de los cambios temporales
si se parte de los avasallantes o abrumadores avances tecnológicos y biotec-
nológicos que vivimos con tanta presteza en la época actual, o recalcaría
como la caída misma del Muro de Berlín en el mes de octubre de 1989 en
efecto ocurrió en el pasado siglo, por ejemplo, pero connotándonos de algún
modo complejo las transformaciones temporales aceleradas que representaban
los albores de un tiempo histórico nisecular que estaba más próximo de
lo pre/supuesto, del imaginario tradicional del tiempo occidental; cuando
la Caída del Muro nos proporcionó una noción de un nuevo tiempo por/
venir): el umbral de un siglo XXI que ya podía visualizarse y palparse en
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el sentido connotativo de los cambios sustantivos que éste produjo tras de
sí. Es decir, para algunos disipar la Cortina de Hierro en 1989 signicó el
clímax nisecular y la entrada al próximo.
4
Es posible inferir de estas dos ilustraciones nos posibilitan miradas
perceptivas-signicativas del tiempo histórico y cómo modos de cognición
temporal de este tipo son capaces de darnos sentidos sociales desde distintas
secuencias intersubjetivas (no occidentales), las cuales develan los profun-
dos cambios históricos “registrados o establecidos” y su incidencia mundial;
si bien la relevancia de tales hechos seleccionados por un historiador o un
estudioso contemporáneo que viva en ese momento dado.
Por tanto, si se considera tanto el peso sustantivo de la globalidad de es-
tos cambios históricos y lo multidiverso de dichas secuencias intersubjetivas
como los devenidos sentidos sociales construidos necesariamente en fun-
ción de la actualidad demandante, puede constatarse que toda historia es
contemporánea en sí como lo armaba Benedetto Croce (citado por Carre-
tero, www.google.com), axioma hoy que no pierde vigencia alguna<pese al
tiempo prolongado en que fue pronunciada por éste>. Claro si todo proceso
de la historia es un puente entre el pasado y el presente, ésta consolida el
denominado “arte de la interpretación” por excelencia, pues cómo a raíz de
este arte la tradición hermenéutica se ha venido imbuyendo en los análisis y
críticas de la historia en la medida que corrientes como la de Historia inme-
diata han cobrado fuerza recientemente (Carlos Barros, R. Kosellek, etc.,),
las cuales posibilitan espacios y enfoques multidiversos desde la veta artísti-
ca que se deriva a partir del acto de interpretación (hermenéutica histórica
como la de Hans Gadamer), entendida siempre como una dinámica de
principios explicativos comprensivos insoslayable cuando se trata del desa-
rrollo de las disciplinas humanísticas; entre esas la historia, la sociología, etc.
Esta línea argumentativa nos conduce por senderos espinosos y grises
que nos llevan a los espacios interpretativos planteados por H. Gadamer, F.
Schleiermacher, G. Dilthey, puesto que la misma premisa de cómo la pro-
ducción de los cambios históricos desde la historia-presente son dinámicos,
sistematizan y validan el arte de interpretar como un principio metodológi-
4 A este respecto reexivo, tanto Bloch, Croce y más recientemente Eric Howbswan nos pro-
porcionaron atisbos analíticos desde la crítica histórica y cuestionaron sustantivamente el
inicio y culminación lineal-temporal de un siglo para otro. Idea central de nuestro trabajo.
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co universal inaugurado e instaurado por estos tres pensadores (Hurtado,
2011: 124), repensando en sí mismo sus orígenes, y más aún cuando los
ociantes” de estas ciencias o disciplinas “seleccionan un evento o se le
otorga un matiz determinado de acuerdo al contexto percibido analítica-
mente en un momento dado” a mi entender.
Si se considera este principio como una armación metodológica parti-
cular, la historia<enfocada desde acá> transita a ser una disciplina herme-
néutica básicamente con la sola acción de los actores de ser selectivos con
los hechos históricos, ya que se mira –interpretativamente- a sí misma como
más humana porque el tiempo contemporáneo es un prisma hermenéutico
inacabable a causa de los mismos matices que le brinda cada espectro de
quienes “lo miran o perciben”; a menudo sujeta a los intereses, necesidades
e intenciones de cada interpretante contemporáneo-actual en su contexto.
He aquí donde se hacen presentes los intereses propiamente de un sector
o actor que terminan por obedecer o regirse a este principio metodológi-
co de cómo pensar y hacer la historia universalmente. Al analizarlo desde
este planteamiento es vital entender que cada interpretación de acuerdo a
sus interés implica los matices de la intencionalidad bien sea como grupo
o sujeto in situ. Y es la intencionalidad histórica presente lo que amerita
destacarse debido a que cada interpretante con su acción ejerce o imprime
al establecer cuáles hechos importan y cuáles no. Dicha intencionalidad
justica sistemáticamente los propósitos intrínsecos de comprender el ejer-
cicio humano de distinguir todo evento o hecho (historiar) supeditado a la
hermeneusis que todo la transforma sin distinción metodológica, otorgándole
el mismo carácter metodológico como principio universal si se tienen en cuenta
esencialmente más su carácter disciplinar sustantivo que cientíco; replanteán-
donos a Schleiermacher y Dilthey claro está.
Ahora bien, si se considera de cerca lo planteado losócamente, todo
tiempo histórico-presente es una hermenéutica contemporánea que como
disciplina del presente no puede soslayar la fundamentación metodológica
que ha adquirido la tradición del arte interpretativo de historiar, abordar o
analizar el contexto que rodea al ociante o al estudioso. Son ellos, quienes
han hecho los penúltimos aportes en relación con la losofía de la historia
en relación con el tiempo, a pesar de que Ferdinand Braudel, con su ya co-
nocida obra del El Mediterráneo y el Mundo del Mediterráneo en la Época de
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Felipe II, nos haya dejado un vasto legado para nuestra posteridad. Esta es
una obra motivo de ser examinada y revisada por la misma la importancia
ofrecida a las aristas del tiempo en la historia. Ya que el tiempo que se inten-
ta estudiar se percibe como cambiante, multiforme y complejo (tal como
lo es en el presente), pero es el historiador quien procura saber o conocer
o aproximarse acerca de las ‘cosas y objetos’ de la época, y busca también
interpretar más allá sobre quienes vivieron ese momento, constituyéndose en
uno de los tantos motivos centrales en que reside en la intención de ‘conocer
a plenitud’ las propiedades de los acontecimientos pasados, pero que tiende
a perder detalles (datos) en el camino recorrido mediante un estudio gene-
ralizado y enfocado desde su óptica por supuesto.
Por argumentos como éste de Herodoto y Braudel (1960), es que resulta
cuesta arriba “hacer historia de los hechos vividos…” tal como lo asevera
Marc Bloch (1985: 32), el solo hecho de estar involucrado en un contexto
indica que tanto el acto de pensar como de hacer la historia (Prf. Le Go:
10) son pasos y pautas voluntarias –del historiador- del método del análisis
histórico que no siempre dialogan o trabajan mutuamente, como lo señala
en el planteamiento esencial de su texto: La Nouvelle Histoire el francés
Jacques Le Go. No obstante que este planteamiento tenga una certeza his-
tórica, y aun cuando las acciones de pensar y hacer la historia según Le Go
pueden ser disonantes o disociadas, no deja de ser denitivo que el tiempo
es indisoluble de la historia y llegar a interrogarse ¿cómo se piensa y cómo se
hace?, idea por la cual el tiempo es el inicio, el medio y el n de los estudios
para el historiador o quienes en su ocio abordan el sustrato multidiverso
de lo temporal; imprimiéndole la parcialidad epistemológica o visión de su
mirada perceptivamente subjetiva a menudo.
Cabe resaltar que si el tiempo es histórico, como en este caso lo es, es por-
que el sustrato diverso o parcialidad mencionada es motorizado por quien
o quienes estudien la historia; siendo éste un razonamiento armativo por
cuanto los individuos o actores además de estar insertos en dichas socieda-
des también inciden en la concepción perceptiva del tiempo<otorgándole
el carácter coyuntural o no, dado que la concepción temporal es y fue una
construcción subjetiva de quienes lo viven y de quienes pretenden “…revi-
virlo con sus visos desde el presente”. He allí el quid del problema central
que aqueja a los cientícos sociales estudiosos del pasado.
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Como se sabe, el ritmo del tiempo es regulado por las acciones humanas
y el mismo está sujeto a las aceleraciones y desaceleraciones (de los movimientos
de los estados culturales de los pueblos de acuerdo a Villar, 2013: 1) imprimi-
das por sus actores activos o pasivos o componentes sociales, toda vez que –el
tiempo- viene dado sustancialmente a través de procesos de cambios mo-
torizados y producidos por las sociedades humanas (Cfr. Braudel, 1960).
Aunque es la naturaleza parcelada y subjetiva del tiempo lo que constituye,
a menudo, la raíz de los problemas epistemológicos que los historiadores se
encuentran en la conocida reconstrucción factual de la “historia universal”
u otros procesos.
Cada hecho que es interceptado e interpretado por los historiadores como
un acontecimiento que está supeditado per se a la carga irremediable de la
naturaleza subjetiva de quien lo percibe; quien le da su sola signicación
multidiversa en su momento preciso; humanizando aún más los actos de los
hombres y las mujeres con sus propios criterios de subjetividad e intersub-
jetividad que se desprende desde el mismo instante en que fue seleccionado
ese evento, y cuya interpretación histórica nos remite a que éste sea ahora un
acontecimiento en sí y otro no lo sea desde ese punto de vista preestablecido por
la razón predeterminada de un momento determinado.
Continuum y Subjetividad del Tiempo en la Historia
Ha sido notorio, hasta ahora, el problema que tiene el historiador o el
cientista social ante el desafío de establecer la categorización del tiempo.
Esta situación descrita en cuanto a categorizar el tiempo se debe, funda-
mentalmente, a que que suele realizarse de una manera un tanto repetitiva,
mecánica podríamos decir, en una perspectiva monista, y que, por supues-
to, no permite reejar la celeridad de los cambios o movimientos sociales
que accionan las civilizaciones o sociedades mediante sus iniciativas e interac-
ciones societales.
Las propiedades de la conocida aceleración histórica o no, aspecto que ha
sido examinado en detalle por autores clásicos como Marc Bloch, Pierre Vi-
llar y otros no tan clásicos como Kosellek, Reinhart, nos remite a postulados
o aristas distintas en relación con el abordaje de los cambios temporales en
la historia lo que nos conduce a mencionar – muy sucintamente- uno de los
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tantos aportes del lósofo de Paul Ricouer.
5
Quien con sus reexiones epis-
temológicas del tiempo ha nutrido un grueso debate al colocar el tiempo
entendido éste como una narrativa ontológica temporal
6
.
Cabe advertir que tanto Bloch, Carr, Villar, Ricouer y Kosellek, como
otros autores han extendido el enriquecimiento del conocimiento con-
ceptual acerca del tiempo histórico-subjetivo, so pena se parta desde de
una perspectiva escogida o estado cultural bien preciso (Cfr. Villar Pierre,
2013:1). Claro está, es esta una de las aristas que intervienen en la com-
prensión analítica de un proceso temporal indicado. Ya que categorizar el
tiempo signica codicar y deconstruir de acuerdo a un tiempo que viene de-
terminado por las condiciones humanas y sociales desde donde se miran o
se establecen los juicios de valor social e histórico al periodizar una etapa x.
Sin embargo, no nos detendremos en ambos procesos, pues nos distraerían
de nuestros propósitos historiográcos en este tema.
Vale apuntar, “La historia del tiempo presente ha ido tomando cuerpo
así como un campo especico de la historia centrado en el análisis del pre-
térito inmediato, un tiempo que subsiste en la memoria de las generaciones
vivas y que, por inuencia de éstas, es considerado propio…” (Pérez Serra-
no, 2003). Es el pasado inmediato una de las interrogantes necesarias de
abordar al momento de comprender los hitos o límites temporales en la his-
toriografía. Esta última consideración puede ser ahondada en otro estudio
7
.
Este pasado inmediato se basa en los distintos rincones o explanadas de
la memoria de los individuos (as) al interactuar unos a otros, o relacionar
5 Paul Ricouer es, sin duda, uno de los pensadores fundamentales de la losofía del tiempo y
a su vez del tiempo histórico en sí, -aunque no haya sido denominado de este modo por él
claro está. Puesto que el abordaje de la subjetividad del tiempo imbrica el vector que se deriva
de la categoría del continumm expresada en fragmentos anteriores de la primera sección.
Para éste, el tiempo no solo es la continuidad del ser humanizado con cada paso que da en el
mundo de vida que le corresponde, sino que también representa una problemática ontológi-
ca narrativa-subjetiva de acuerdo al contexto que le tocase. Esto lo maniesta en su libroLa
Memoria, La Historia y El Olvido (2000) como lo reseñó en la Referencias. Sin embargo,
a objeto de no dilatar el presente estudio es posible remitirnos a otros estudios en la web.
6 Para él, el tiempo es y signica una narrativa ontológica inherente a la descripción humana
que cada sujeto lleva a cabo mediante el continumm.
7 Puesto que este aspecto alude a la corriente de la Historia Inmediata llevada adelante por
diversos autores entre ellos Carlos Barros y demás autores, y no es nuestro objeto debatir
detenidamente en lo considerado.
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sensibilidades y actitudes en un continuum particular
8
. El pretérito inmedia-
to es y será un reejo propio del historiógrafo, que al ejercitar su ocio o
asumir postura muestra su afán por cómo percibe al sujeto histórico y su
entorno, es a parir de este pretérito que él establece los cortes temporales y
las diferentes discontinuidades que le coloca; como resultado de su extracto
empírico adquirido (experiencia)o lo relativo a la lección que ésta le ha brin-
dado con el paso o devenir de las etapas históricas que los hombres hayan
ocupado como actores centrales promotores de esa dinamicidad de cambios
en la historia.
De modo que la categoría dinámica de continuum es tan cambiante
como la intencionalidad intersubjetiva de quienes “miden y registran” las
dimensiones de su tiempo, que en su momento, son demostrables median-
te los períodos estructurados o compartimentados que establecen de acuer-
do a los diferentes criterios entre otros aspectos, los cuales inciden en las
categorías temporales especícas colocadas y razonamientos historiográcos
argüidos por ellos y que serán detallados más adelante.
Por distintas razones, la concepción del continumm provee progresiva-
mente de un sentido de continuidad propio del tiempo historiográco de
occidente, de modo que la continuidad otorgada a las sociedades les brinda
a su vez un carácter de pertinencia histórica adicional, no parece exagerado
recalcar que dicha pertinencia asiste al consenso intersubjetivo de estos gru-
pos que occidentalmente son capaces de sentar las bases losócas de reco-
nocerse en el tiempo histórico, legitimando la práctica social de continuar
midiendo y registrando eventos” que solo desde su progresiva perceptiva o
percepción le genera un sentido connotativo de familiaridad al categorizar
temporalmente unos “cortes, estadios, eras, etapas o periodizaciones” que se
operan tradicionalmente.
Ahora bien, los límites cronológicos que se pretenden o se buscan esta-
blecer en lo inmediato conguran un recurso o un criterio historiográco
para asegurarse –el individuo- de un sentido de continuidad en la temporali-
8 Acá los aportes esenciales de Braudel deben ser considerados básicamente, pues en la prime-
ra mitad del siglo pasado este pensador desarrolló todo esta obra prolija interrelacionando
varios factores con la intencionalidad del ocio del historiógrafo al momento de reconstruir
eventos del pasado precisados en tanto como el período histórico trasvasa y nos sirve de vaso
comunicante para comprender las dinámicas de una época determinada.
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dad, estos límites le permiten jar fronteras (cortes) sumamente necesarios
para el consenso subjetivo que gira alrededor del tiempo histórico operativo
y la permanencia convencional de las sociedades en el espacio geohistórico y
público del cual forma parte.
Toda vez que todo tiempo pretérito `subjetivado` contiene una inten-
cionalidad histórica intrínseca que persigue, primeramente, trascender “en
el tiempo como sociedad” y luego generarse una adaptación operativa se-
guidamente. De modo que todo uso que se le de al tiempo pretérito (cor-
tes y derivaciones) busca tal consenso subjetivo o intersubjetivo a n de
transcender y ganar terrero en lo relativo a sustentarse conclusivamente un
sentido de continuidad valorado arriba.
Por ejemplo, el ocio de jar fronteras o compartimentar (cortes) es un
mecanismo de transcendencia que cohesiona subjetivamente en el tiempo
occidental, el mismo prevalece porque aanza internamente los intereses y
necesidades que como sociedad posea con tal de “…permanecer o perpe-
tuarse en el tiempo…” (Pfr. Braudel y Croce, 1968,); si se mira desde este
punto de análisis este proceso es subjetivo-convencional.
Por otra parte, la intencionalidad histórica de adaptarse en el tiempo
presente lo legitima historiográcamente para que nalmente su adaptación
razonada” en el tiempo le permita también de cumplir con el propósito de
perdurar, de sobrevivir o bien de pervivir frente a los embates o las problemá-
ticas del olvido como la ontología narrada (Ricoeur, 2000) que le es propio a
la dinámica de cada sociedad, armación ésta que es asociada y confrontada
gracias a los planteamientos densos de Ricoeur si se piensa desde este ángulo
interpretativo. Por lo que el abordaje conceptual, adaptación y adoptación
posterior del tiempo histórico no se restringe ni se limita a una sola cate-
goría de interpretación y análisis ni tampoco a la elaboración de un conti-
nuum que le brinde pertinencia, sino que también se desprenden de dichas
complejidades (abordaje y adaptación) conocimientos que transforman de-
terminadas sociedades, los cuales ameritan ser más estudiadas cuando éstos
entendidos como herramientas del poder utilizadas se trata.
Puesto que la intencionalidad intersubjetiva de las sociedades
humanas<proporcionada por quienes abordan el tiempo> no está
ausente<de ningún modo> en la construcción particular de un eje tem-
poro-espacial cuando se trata de darle sentido y coherencia a su existencia
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histórica en la posteridad a la humanidad. Puesto que esta intencionalidad
da cuenta intrínsecamente acerca de una compleja articulación concatenada
expresada arriba (ontología del tiempo, narración, olvido, etc.)a partir de la
misma se han constituido innumerables interpretaciones (adecuadas o no)
sobre las concepciones temporales de la historia, claro está, al referirnos
especialmente a la cultura occidental
Este horizonte teórico de la intencionalidad intersubjetiva que presenta
el tiempo histórico le concede condición sui generis de la construcción par-
ticular de ese momento determinado, como nos arma Ward Goodenoufh
(1978: 65). De por sí, el continuum del tiempo expresado a través de esta
intencionalidades un marco de tiempo (mutatis mutandis), denido por los
actores sociales que siempre se encuentra en plena elaboración y re-crea-
ción, además de formar parte intrínseca de la percepción que se desprende
de cada momento histórico accionado por las sociedades humanas.
Al respecto citó: “…el simple transcurso de los años, lustros y siglos
no provocan los cambios históricos” (Marrero Urbin, Domingo consultado
en www.wikipedia.org., 2012: 1 y 2), sino que éstos impactan también a
los sujetos en nuestra forma de percibir y denir nuestra realidad, permi-
tiéndonos a los historiadores explicar estos elementos (analizados arriba:
trascender, adaptar, etc.) dentro de un marco de tiempo denido según la
percepción que se tenga del fenómeno escogido.
Marrero comenta interesantemente “…el tiempo cronológico es para
los historiadores lo que el sistema métrico decimal para los jueces depor-
tivos…” (2012: 2). Ya que es a través de éste, que el historiador podrá de-
terminar cuando ha acontecido un nuevo acontecimiento, así como hacer
un seguimiento de la evolución y extensión del mismo, siempre dentro de
un proceso de cambio o permanencia de las estructuras que lo denen fa-
cilitando su estudio o evaluación. Además de poder determinar la duración
que presentó dicho acontecimiento. <todo ello está enmarcado dentro de
los parámetros lógicos de la occidentalidad predominante>
Se puede evidenciar, por otro lado, uno de los problemas más comunes
al explicar la historia y su tiempo, es el imperativo de la naturaleza subjetiva
del tiempo que obliga a los ociantes a dividir los acontecimientos acaeci-
dos en ella, a denir en un marco de tiempo especíco en etapas y otras. Y
ya que esta división se ha dado de diversas formas según sea la concepción
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especica del historiador, es armativamente perenne la capacidad operati-
va de delimitar entre sí las eras, períodos, fases y demás por razonamientos
expuestos. Por ejemplo, aunque, muchas veces, son contradictorias o limi-
tadas en un espacio geográco como lo son las edades (antigua, media y
moderna) “…que fueron tiempos vividos exclusivamente por los europeos
y ni siguiera por todos” según el criterio crítico de (Marrero Urbin, 2012:
1 y 2) éstas evidencian la imposición que pre-existen en las estructuras con-
ceptuales de la historia a través de parámetros pre-establecidos. En este caso,
provenientes de Europa hacia el resto del mundo.
Otras formas que comprende el tiempo histórico en su multidiversidad,
reside en la perentoria concepción que se tiene del presente,<entendido mu-
chas veces como un "presente continuo"; el cual se debe a la motivación
intencional de someter perceptivamente siempre -a este nivel del tiempo-
como un reejo de nuestro pasado y una ventana hacia nuestro futuro>.
Como si fuese un axioma monolítico e inamovible. Sin embargo, Pérez Se-
rrano plantea la renuencia de los investigadores a plantearse “la ampliación
del presente, no sólo hacia el pasado más próximo, sino también al futuro
inmediato”.
Como uno de los presentes problemas de la reconstrucción historiográ-
ca actual, siendo uno de los obstáculos anticipados de los historiadores al
plantearse las posibles situaciones futuras, éste como otros limitan la inves-
tigación histórica a la sola intención de describir los hechos pasados, con
tal de conocer nuestro futuro inmediato, pero olvidando desde el presente las
implicaciones futuras a causa de reducir la mentada ampliación del presente
tan necesaria.
Si por otra parte, al ser considerados los planteamientos de F. Braudel y
R. Collingwood acerca de las reconstrucciones del tiempo histórico (Inme-
diatos o no)dentro de las cuales se destacan, por supuesto, los tres afamados
niveles en su obra clásica: larga duración, coyuntura y acontecimiento como
tal; todo esto se encuentra explicado en ésta
9
.
9 Con esto ya se había dejado atrás un conjunto de aportes interpretativos que divagaban por
su mismo carácter disperso, es alusivo a los tiempos cíclicos razonados exclusivamente por
G. Vico, F. Nietzsche, Durkheim, Eliade, etc. Esto sin introducirnos en pormenores de la
Filosofía del tiempo inaugurada como se sabe por F Hegel y retomado por autores como y
Edward Carr, R.G. Collingwood y B. Croce.
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Resulta interesante notar que la vigencia metodológica o metódica de
sus consideraciones<pese a los recientes aportes procedentes y originados
a partir de las gruesas interpretaciones de la Historia Inmediata> no ha
perdido ningún terreno en la compleja actualidad de la historicidad que
nos arropa y envuelve con su impertérrita globalización o glocalización
10
.
Esta eventual e innegable consideración globalizante nos conduce a señalar
las inclinaciones actuales de los intérpretes de la historia hacia el pasado
inmediato, donde Kosellek re-semantiza los aportes de Bloch, Croce, Carr
y otros han sometido al desarrollo interpretativo de los historiadores a un
análisis revisionista y más crítico de lo acostumbrada epistemología de las
ciencias sociales, dado que la puesta en perspectiva de una historia-temporal
más interesada hacia el presente es razonadamente necesaria.
El desarrollo de nuevos enfoques historiográcos del tiempo histórico
presentista es resultado de las demandas académicas que exigen ser aten-
didas ya no desde la uniformidad de una disciplina especíca, sino que la
epistemología compleja de un tiempo presente globalizante exige también
enfoques inter o transdisciplinarios que se ocupen de revisar exhaustiva-
mente las aristas que tornan homogéneos estos análisis de la historia o en
su defecto reedita vicios críticos de la historicidad <aislada por sus mismos
ociantes>, cuya resultante tiende a ser inexorablemente “acríticos” cuando
el arte narrativo del tiempo se encuentra atado “a sus especialistas de tur-
no”, negándose de anticipo la amplitud histórica del presente –apuntada por
Pérez Serrano– a partir de los aportes de otros pensadores “especialistas en
sus áreas de conocimientos”. Sin llegar a desvirtuar el alcance y peso de sus
intelectos clásicos como los mencionados arriba.
Si bien la amplitud de la historia-presente viene dada debido a la ola o
tendencia globalizadora apuntada o que venga dada por la corresponden-
cia con la demanda de aportes que provengan de otras disciplinas como la
losofía, lo esencialmente estriba en que el tiempo actual o inmediato re/
semantizado responde a la pertinencia histórica que el devenir contemporá-
neo nos demanda con apremio, lo cual se debe a las exigentes respuestas que
la revisión epistemológica de las ciencias sociales nos lo pide.
10 OctavioIanni entre otros apuntan cómo se sustenta el mundo contemporáneo sobre la com-
plejidad temporal que imbrica la mundialización de la globalización y glocalización como
entramado del debate actual.
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El presente histórico- inmediato ampliado crucialmente a raíz del espec-
tro de la globalización coordina y sincroniza nuestro tiempo ahora sujeto a
una pertinencia histórica que nos proporciona nuestro propio tiempo que
con su devenir complejo requiere aportes igualmente complejos para así
darle respuestas más acordes con las exigencias de una globalidad con la que
todos vivimos conectados en su mayoría, periodizar desde la occidentalidad
es de hacer notar.
A mi entender, desconocer este plano o perspectiva interpretativo sólo
nos lleva a recurrir a los vicios inadecuados que nublan nuestro análisis, la
pertinencia histórica de nuestro tiempo globalizante reclama tamices trans-
disciplinarios a n de brindar enfoques revisionistas necesarios en la con-
temporaneidad. Es digno destacar que incluso el tiempo histórico cómo es
conceptuado hasta la fecha aún se acerca o se rige por la conocida clasica-
ción y los niveles de análisis (coyuntura, etc.) que Braudel produjo cogniti-
vamente hace años, éstos comprenden formas tradicionales de concebir el
tiempo que hoy día resultan permeables a los cambios o re-semantizaciones
como producto del mismo desarrollo interpretativo de los tantos conte-
nidos intersubjetivos de autores ajenos a la historiografía o corriente de la
historia tradicional, el utillaje mental de Le Go, el arte narrativo temporal
de Ricoeur), son por citar algunos de éstos: los pensadores y sujetos histó-
ricos que ilustran y le imprimen nuevos enfoques interpretativos; gracias al
momento o la coyuntura histórica que le correspondiese transitar o vivir.
A manera preliminar de conclusión
La pregunta clave tendría que ser “¿Cómo es el tiempo?” y no “¿Q
es?”, lo cual requiere interrogarse cómo las formas de “construir” el tiempo
se producen. Las formas que se le otorgan al tiempo son, por ende, una ob-
tención de nuestra organización cognitiva y mundo interpretativo-analítico
del mundo físico y subjetivo. No es de nuestro interés abordar acá el tiempo
lineal occidental como se conoce. El tiempo es esencialmente bidimensio-
nal (Cfr. Le Go, 1990: 41 y Marrero: 2012: 2) para los cientistas sociales,
pues, no cabe duda, que éste conforma un agente histórico fundamental
que nos permite sopesar la voluntad de reconstruir ciertos lapsos de tiempo
de acuerdo a la perspectiva deseada o escogida epistemológicamente o el
contexto tocante.
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Bien vale resumir que este tiempo bidimensional es producto de una
reconstrucción histórica desde el presente, brindándole una historicidad
propia a cada interpretación que signica el agente histórico que preside la
acción de reconstruir “un pasado desde el presente- un pasado inmediato”,
se genera un puente entre pasado y presente, un diálogo entre ambos (Carr)
que se maniesta mediante la categoría de continumm examinada antes.
Ahondar cómo es el tiempo implica abordar las aristas de la signicación
histórica que cada estudioso del tiempo contiene desde el momento en que
al seleccionar un evento o acontecimiento” enuncia un diálogo presente-
pasado que connota, y a menudo, denota la interpretación intencional o
intencionalidad interpretativa que maniesta ese acto en sí. Este acto in-
tencional del ociante es representativo como signicación histórica ya que
valora cuales hechos se establecen o no como trascendentes de acuerdo a
la utilidad interpretativa provista de un nivel empírico fundamental para
sustentar el rumbo de ese “dialogo o reconstrucción presentista”.
Es a partir de esta perspectiva de abordaje que el tiempo histórico se
dene como una representación multívoca provista de una intencionalidad
intersubjetiva que nos proporciona un marco referencial de lo real enmar-
cado a través de un continumm que garantiza un entramado de historicidad
presentista desde su propósito de seleccionar, detallar, generalizar, desdeñar
o exaltar unos hechos como tal conjugados en el arte intencional de pe-
riodizar las temporalidades del hombre, siendo Bloch uno de sus artíces
académicos al asegurar que el tiempo no es una simple secuencia lineal. Es
necesario aclarar que la intencionalidad intersubjetiva (acotada por Paul
Ricoeur) del historiador da plena constancia de los resultados y los criterios
de periodización que los sujetos o actores sociales esgrimen desde la vida
cotidiana o circunstancias enmarcada por el historiador de ese momento
histórico, es el presentismo lo que dene el recurso inmediato de quien
establece la historicidad como un interés que le compete operativamente.
Por tanto, es fácil inferir y determinar que el tiempo histórico es una
construcción subjetiva e intersubjetiva que está sometida a las voluntades
e intencionalidades de los seres humanos determinan; ello se debe gracias
a cómo el contexto especíco inuye sobre él; y de esta intención determi-
nada se deriva una naturaleza subjetiva que lo perla y lo dene por medio
ejes temporales establecidos como arme unas líneas arriba; siendo éste en-
CAZZATO, Salvador
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tre otros: uno de los modos de denir de humanizar el tiempo histórico,
porque el “presentismo o pretérito inmediato” es una variable presente y
atribuible a la dinámica interna siempre cambiante que nos revela la enor-
me dicultad de re/construir el trabajo historiográco.
Desde esta perspectiva, es signicativo entender que el historiador con-
sidere notar la secuencia de las causalidades en el tiempo
11
, pero ello implica
reconocer, segun Graciela Soriano, la subjetividad presente en este trabajo
de reconstrucción; “…reconozco que mis intereses como historiador arran-
can del presente y se explican por él y desde el.” Por cuanto, pensar y hacer
la historia son pasos del análisis histórico que no siempre dialogan o traba-
jan mutuamente, ya que cada sujeto está atado o sujeto muchas veces a sus
propios prejuicios, viviendo unas circunstancias socio-históricas especicas
mediante las cuales interpreta los hechos que escoge, estudia y de la cual no
puede ser indiferente.
En sí, rara vez, este planteamiento del tiempo no pregura ni nutre el
sentido de pertenencia histórica tan necesario para la reconstrucción de
nuestro pasado o ese pasado, el cual nos permite entender nuestro presente
y visualizar nuestro futuro como suele decirse en cliché. Los historiadores
al margen de esta perspectiva epistemológica, al plantearse las posibilidades
futuras de “reconstruir una época”, con frecuencia, limitan su investigación
histórica al mero acto de describir los hechos sin relacionarlos o desligándo-
los del presente sin olvidar sus implicaciones futuras. Evidenciándose con
eso las limitaciones e imposibilidades que existen en las estructuras con-
ceptuales de la historia. (Establecidos por estos ociantes occidentales de la
historia como Bloch, E.Carr).
Vale decir, desde el presente, entendido como un continuum inexora-
ble, parte ese sentido de pertenencia histórica, tornándolo en un ejercicio
dialectico, en una interacción sistémica- simbólica por cuanto se trata de
un proceso complejo : consiste en una objetivación del ser histórico al “…
estrecharse todo nuestra visión con miras a resaltar cualquier elemento o
hecho pertinente” (Cfr. Hurtado, 2011: 125). Esta cita es crucial para com-
11 Lo aseverado no signica que puedan considerarse todas las causalidades habidas en un abor-
daje investigativo con todos sus componentes o aristas esenciales de tomar en cuenta, puesto
que al asumir una de las perspectivas planteadas acá como está plasmado resulta harto difícil
abordarlas en su totalidad por la naturaleza compleja que la misma contiene.
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prender el carácter hermenéutico de las aristas históricas propias del sentido
de pertenencia que nos ocupa ahondar. Ya que esta aseveración nos permite
condicionar y concluir que la naturaleza epistemológica de este ocio se ve
modicada. Pues, el ocio de historiar acerca del tiempo histórico obedece
ahora a una disciplina más esencialmente hermenéutica, donde su naturale-
za subjetiva de modo parcelado<cuando se parte de esa pertinencia histórica
como tal para analizar o interpretar el continumm temporal>se encuentra
adscrita a las condiciones que le ofrece el contexto tocante y todo lo que
implica.-
De este modo y en este orden, al centrarnos en cómo el continumm
temporal se transforma desde occidente en la base conceptual, cognosciti-
va y gnoseológica del tiempo como un acto de interpretación occidental,
queda descartada ser considerada como lineal, ya que con sólo destacar acá
los mencionados axiomas, pautas y presupuestos historiográcos de Bloch,
Braudel, Ricoeur, Le Go entre tantos otros, desvirtúa modicando cual-
quier armación que intente homogeneizar el qué y cómo comprender
hermeneúticamente el sentido de pertinencia histórica y cómo a su vez se
aanza; frente a lo cual debe responder todo estudioso de la historia por
tan sólo encontrarse contextualizado en un momento preciso de la historia
<enfocado desde un presentismo temporal y épocalmente ineludible si se
quiere>
Finalmente, abordar, analizar, interpretar o periodizar desde el presente
(visión presentista) signica construir una pertenencia histórica que le es
propia al historiador y a su tiempo per se, una pertinencia histórica que
deriva en buena parte en un camino que busca justicar las necesidades
o intereses de ese presente planteado como un precepto que nos infunde
la importancia u momento historiográco que respalde la primordial re/
construcción de ese pretérito inmediato o continumm presentista. Lo que
ciertamente nos indica que de periodizar o reconstruir el reciente pasado
escogido nos obliga a reconocer el aanzamiento de la intencionalidad e
historicidad intersubjetiva provista de una multidiversidad necesaria para
así comprender “los signicados de lo presente o el pretérito inmediato”; so-
bre todo que cuando éstas son trasladadas como perspectivas no persiguen
reeditar un pasado épocal únicamente, o por defecto, validar o refrendar
una coyuntura analítica lineal, la cual parte de una usual coyuntura inter-
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pretativa que desde el presente no siempre reeja los estadios del pasado
como los llamaría el pensador Pierre Villar.
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