Perspectivas. Revista de Historia, Geografía, Arte y Cultura de la UNERMB
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El pensamiento político venezolano a través
de la literatura
GRANADILLO, Carolina
Universidad Nacional Experimental “Rafael María Baralt”
grank_historia@yahoo.es
Perspectiva en la construcción del ensayo
Como docente he sido testigo de la desaparición de la literatura de los
planes de estudio, especialmente a nivel universitario. En su lugar prolife-
ran “materias” de lectura, de escritura y de una construcción que pretende
incluir a ambas, en algo que llaman “lectoescritura”. En ese golpe de timón
curricular, se reduce lectura y escritura a mera tecnología, a instrumentos
para “apropiarse” de los discursos cientícos, con ello se forman escribanas
y escribanos, escribientes, pero jamás escritoras y escritores.
Es peligroso eso de formar escritores en instituciones ajustadas al racis-
mo cientíco. Podríamos decir, apoyándonos en Jorge Larrosa
1
, que para
una escritora o escritor, las palabras no son indiferentes, cada una pertenece
a un universo simbólico, las palabras revelan unas cosas a la vez, esconden
otras tantas. Las palabras ayudan pero también traicionan, porque las pala-
bras también son caminos, caminos de pensamiento, caminos de sentires,
de percepciones, de olores, de sabores, de patria, de lejanía, de traición, de
enajenación.
1 Jorge Larrosa (2008:31). Leer (y enseñar a leer) entre las lenguas, veinte fragmentos (y mu-
chas preguntas) sobre lectura y pluralidad.
Perspectivas. Revista de Historia, Geografía, Arte y Cultura.
Año 2 N° 4/ Julio-Diciembre 2014, pp. 143-152.
Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt
ISSN: 2343-6271
Recibido: 02/01/2014
Aceptado: 05/03/2014
GRANADILLO, Carolina
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En el plano de lo histórico-concreto, todo cambio político ha sido casi
siempre precedido por un orecimiento de movimientos y tendencias en el
plano artístico literario. Es la comunidad imaginada… sueños preñados de
futuro. A propósito podríamos preguntarnos ¿cuál ha sido la última zaga
de la novela venezolana?, ¿Cuál la comunidad imaginada? ¿Cómo son los
sentires, los quereres, los apegos, las renuncias?
Evidentemente, esas preguntas son más una provocación, un discurrir
del pensar, unas preguntas para la vida que no aspiran respuesta dentro del
cuerpo del ensayo en construcción. Por ahora, el objetivo está puesto en El
Forastero, novela de Rómulo Gallegos, escrita en 1921 y publicada en 1942
con las debidas correcciones”, tal como se anuncia en su prólogo de J.V.
Guerra V. En ella se tratara de descubrir ¿Cuál es la comunidad imaginada?
¿Cómo son los sentires, los quereres, los apegos, las renuncias?, además,
¿qué diálogo puede establecerse entre la sociedad en transición del tiempo
del “Forastero” a la sociedad en transición de la Venezuela del siglo XXI?
El escritor y su mundo escriturado
Si las palabras son caminos de pensamiento, ¿por cuáles caminos dis-
curriría el pensamiento de Rómulo Gallegos, tomando como referencia su
novela El Forastero?
La trama de la novela se desarrolla en torno a un villorrio donde el tiem-
po se había detenido con la llegada del último caudillo de turno, Herme-
negildo Guaviare, a cuya sombra y poder se va formando otro caudillo que
terminará traicionando a su mentor y compadre: Parmenión Manuel.
La descripción ubica históricamente a la novela en tiempos de la Ve-
nezuela de Castro (Hermenegildo) y Gómez (Parmenión), con un énfasis
especíco en el campo de la política, donde la Constitución y las leyes se
ajustaban al requerimiento del tirano de turno
y Parmenión sonrió y luego se dijo, sin que pareciere con-
clusión lógica: -Lo que he dicho siempre al compadre. ¿Q
necesidad tiene de cometer arbitrariedades, así tan a las claras?
Si con la ley en la mano se puede hacer lo mismo.
A esta Venezuela detenida en el tiempo, sólo podrá echarla a andar, po-
sibilitando el paso de la barbarie a la civilización, la conuencia de varias
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fuerzas: una nueva civilidad construida por la educación, una fuerza interna
motorizada por la élite ilustrada que no es otra que el colectivo estudiantil,
aliado con fuerzas externas objetivada en la gura del forastero.
y un día descubre que al pueblo ha llegado un forastero. No
un hijo del pueblo que a éste regresara al cabo de unos cuantos
años de ausencia, como Mariano Urquiza, ni un venezolano
de otra parte que por allí pasara de tránsito o allí viniera a esta-
blecerse, sino un forastero auténtico, rubio, de ojos azules. Un
extranjero, Misterioso por añadidura
Este hombre rubio de ojos azules, “paso fugaz de la pequeña causa de
grandes efectos, quedó en movimiento la maquinaria detenida en la torre
del reloj y en los corazones inquietos”. El gran aporte del extranjero fue de-
tectar que era una bala incrustada, (simbología que expresa el caudillo que
se impone por las armas) la causante le había detenido las manillas del reloj
de la iglesia. Extraída la bala, es decir, eliminados los caudillos, el tiempo
echó a andar nuevamente en el pueblo.
El forastero chica (dice a su esposa Anterito Valdez, el cons-
pirador de ocio). El descubrió el proyectil que había dete-
nido la maquinaria. Estaba allí y a ninguno de nosotros se
nos hubiera ocurrido nunca que allí pudiera estar todavía-una
pequeña cosita- me dijo- para producir un efecto grande qui-
tándola de ahí-. Yo nada respondí entonces pero me quedé con
la idea. Volví solo, extraje el plomo de la bala de Hermenegildo
Guaviare, hace diez años, limpié y aceité la maquinaria, le dí
cuerda, y a la una justa, -por ese reloj del forastero que nunca
se atrasa ni se adelanta y para eso se lo pedí prestado ayer tarde-
lo puse en movimiento.
En la mirada acuciosa del forastero se representa la teoría, ese correcto
mirar, ese que permite descubrir las causas profundas de los problemas, el
reloj como instrumento y garantía de exactitud. Mecánica y mecanismo no
dominado por el vulgo, en la metáfora de la visión
2
se concentra el énfasis
tecnologicista del mirar ilustrado.
Sólo Anterito Valdéz, una vez que le despejan el problema, que lo ponen
2 Hugo Pérez Hernández(2009:13). la teoría social como metáfora visual
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ante sus ojos, es la mano que interviene y arregla el mecanismo que echa a
andar nuevamente el tiempo. Dominio de la técnica y progreso van de la
mano, pero también dominio de la técnica encarna capacidad para conspi-
rar, para deponer gobiernos no cónsonos con el modelo civilizatorio. Así se
encarna en el Anterito Valdéz de Gallegos y – podríamos decir- también en
los Anteritos Valdez de hoy
Pero además de ese forastero rubio, que es un ruso pero que también
es llamado en el pueblo como un “musiú”, había retornado al villorrio,
después de una larga ausencia, un hijo del pueblo, Mariano Urquiza, un
extraño para todos, un aspirante a abogado que no se tituló y que terminó
dedicándose a maestro de juventudes.
Mediante un cautivante juego de palabras y situaciones, Gallegos inte-
gra en una misma identidad forastera a gringos y rusos. Sin decirlo abierta-
mente, ubica en dos naciones disimiles en procedimientos, pero construc-
tora ambas de progreso, la fuente desde donde han de llegar a Venezuela las
ideas e inuencias hacia la nueva civilidad: desarrollo, educación, partidos
políticos, dirigencia.
A pesar de esa identicación extranjera que de entrada hace del forastero,
a medida que se va desarrollando la trama se van presentando situaciones
que apuntan a un forastero “tipo 2”, es decir, a un lugareño que años alejado
del pueblo lo convierten en tal. Este forastero otro, Mariano Urquiza, por
su descripción y características coincide con el Rómulo Gallegos de la vida
real.
Ambos realizaron estudios jurídicos sin llegar a titularse, ambos ejercie-
ron como maestros, ambos sembraron en corazones adolescentes el ideal
patrio del momento, la democracia como forma ideal de gobierno, los
alumnos de ambos se enfrentan en escaramuzas ante el gobierno de turno,
ambos van a la cárcel y compañeros que en el momento no estaban siendo
detenidos se hicieron meter a la cárcel en solidaridad con los presos políti-
cos, las mujeres cercanas a ambos grupos estudiantiles increparon aguerri-
damente a los gendarmes de turno.
Es por tanto Mariano Urquiza el Rómulo Gallegos maestro de los jóve-
nes de la generación del 28 y el político que creyó rmemente en el papel
ilustrado de la educación, tal como lo demostró en sus funciones como
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Ministro de Educación de Medina Angarita y es también el hombre que
desde el exilio añoraba volver a la patria para encauzarla por el modelo civi-
lizatorio del sistema mundo capitalista.
La misma novela rusa que en un pasaje del forastero rubio presenta
como lectura concienciadora que penetra el alma de los estudiantes y les
despierta el espíritu revolucionario, es a la vez la misma novela El forastero,
es su trama, es su aspiración de cundir en el alma de los estudiantes para
encender la llama revolucionaria.
Y había sido el mismo Marcos Roger quien le hizo a Mariano
la observación, a causa de las visitas que solía hacerle Martín
Campos para comentar las impresiones de la lectura de aquella
novela de Andrelev prestádale por él.
-Fue a propósito de una frase que para mí es perfectamente
diáfana. Sacha se disponía a lanzarse a la revolución y – dice
textualmente la versión española _”una de las preocupaciones
era cómo tratar a su madre los últimos días antes de la parti-
da…
Más adelante reriéndose a los estudiantes encarcelados se lee:
Aquel libro los había impresionado profundamente. A través
de sus páginas se habían asomado por primera vez a uno de los
espectáculos más apasionantes y dramáticos de la vida huma-
na: la revolución; pero no como un episodio de la vida rusa,
por la cual ya les había despertado curiosidad aquella casa de
papel pintado que se construyó el forastero sino como porción
constitutiva de la existencia humana sobre la inmensa tierra,
ni tampoco por el contenido ideológico de aquella revolución,
que de ningún modo se les alcanzaba ni estaba vertido propia-
mente en el libro, ni aún tanto por el contenido sentimental
de la injusticia contra la cual se rebelaba, sino porque el pro-
tagonista era un joven de alma pura que tomó el camino del
sacricio, la juventud del mundo, personicada bajo un nom-
bre, pero de la cual ellos formaban parte. No todos habían
entendido el libro del mismo modo, pero todos se sentían de
alguna manera representados en él y para incorporarse más
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a la cción se habían distribuido entre sí los nombres de los
personajes: Elio era Sacha; Martín Kolesnikov…
Y allí estaban, ya de alguna manera en realidad semejante.
¿Qué hacemos?- se preguntó Pereirita, cuando ya era noche
cerrada y otra vez habían ido a tenderse sobre el húmedo pavi-
mento de la Aduana_ ¿cuántos van a celebrar su primera no-
che revolucionaria en el campo los “Hermanos del Bosque?
Al respecto, Fauquie nos dice:
Más allá de la antinomia tan aceptada de la lucha entre la civi-
lización y la barbarie lo que realmente determina la existencia
de los personajes de Gallegos es el encuentro con el sí mismo.
El planteamiento historicista y sociologizante tapa esa búsque-
da ontológica de sus héroes o antihéroes, pero una vez que se
despoja su narrativa de esta insistencia, de esta evidencia, tam-
bién se descubre no solamente la estructura simbólica de su
pensamiento y su proyección universal, sino el desgarramiento
del protagonista entre el ser y el no ser, ante el engaño del len-
guaje que lo dice, sin que él pueda decirse y decir
3
El Forastero: una lectura en clave de sociedades en transi-
ción
Interesa la novela del Forastero por su ambientación en la Venezuela
de transición, de lo rural a lo urbano, de la barbarie a la civilización, de la
anarquía caudillesca, al estado de derecho. Hay elementos a destacar en la
narrativa de Gallegos, por su importancia para entender el momento de
transición que actualmente vive nuestro país. En el Forastero, la transición
está planteada meramente en términos políticos, con un evidente soslayo de
la problemática de la Venezuela petrolera, del bloqueo acaecido en tiempos
de Castro por parte del capitalismo internacional. Cuando mucho, sólo
llega a referirse al problema del latifundio y a la apropiación indebida de las
fuentes de agua, por parte de quien detenta el poder.
3 Rafael Fauquié (1985) Rómulo Gallegos: la realidad, la cción, el símbolo. Un estudio del
primer momento de la escritura galleguiana
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Los malos tiempos que continuaba y cada vez más acentuada-
mente venían Reinando sobre el pueblo, acaparadas las tierras
que alguna riqueza podían producir en cuantas manos, retro-
gresivamente de año en año_ las de Hermenegildo Guaviare,
dueño de las más de ellas y en su mayor parte relegadas al pas-
turaje, cuando no al barbecho totalmente improductivo por
donde la opulencia del latifundio toca con miseria extrema…
las de los tres o cuatro que en un tiempo compusieron nume-
roso vecindario de la plaza principal, ricos todos _ los malos
tiempos de persecuciones políticas, de libertad personal cada
vez más constreñida y dignidad cada día más expuesta al sacri-
cio si se quería mantenerla, habían producido la emigración
de muchas familias, cuyas casas quedaron abandonadas.
Esa “ignoración” del entreguismo gomecista al capitalismo es un claro
indicio de que el autor no cuestiona el modelo económico capitalista, por
el contrario, se alinea con él y su planteamiento central gira en pos de un
rápido acoplamiento total al modelo civilizatorio de la modernidad. Este
hecho, hace que “toque” y “rehuya” el tema de Rusia, concretándose a mos-
trar sólo una visión interesada del movimiento revolucionario en desarrollo
para ese tiempo histórico y el enfrentamiento entre las potencias mundiales
que desembocó en guerras.
Ubicado su proyecto civilizatorio en el plano de la mera reforma dentro
del estado liberal burgués, a pesar de la “tibieza” del cambio en comparación
al momento actual venezolano donde el cambio es de modelo civilizatorio
en general, es importante percibir los conictos generados a partir de las
rupturas entre lo viejo y lo nuevo. Importa especialmente lo siguiente:
Las instituciones son las formas objetivadas del poder, por ello, en
un momento de transición es importante ubicar los nichos especí-
cos de su corporeización. La bala en el reloj, detectada gracias al
aporte teórico foráneo, a esa mirada de águila del forastero, no es
otra cosa que la puesta al descubierto de que el poder radicaba en la
fuerza de las armas del caudillo.
Como se aspira a un tránsito pacíco, que no comprometa la es-
tructura económica, el autor monta un sistemático proceso de de-
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bilitamiento de la institución emblemática, es este caso el caudillo
de turno, Parmenión Manuel quien previamente había traicionado
a su mentor político y compadre, Hermenegildo Guaviare. Lo si-
gue a través de un personaje clave, el Doctor Marcos Roger. Realiza
inventario de sus puntos débiles, lo cartografía, se le acerca, juega
su juego, neutraliza a sus allegados mediante el rastreo de informa-
ción que le compromete y mediante amenaza de delación pública lo
soborna, lo va dejando sólo, se le acerca, invierte tiempo y energía
en conocerlo desde dentro, lo coloniza y por n, cuando la pistola
carece de la fuerza y el tino del brazo que la acciona, entra en juego
el despliegue del momento B.
Cuando ya el poder institucional está debilitado y lo sucientemen-
te colonizado, cuando ya Parmenión Manuel y Hermenegildo Gua-
viare son dos caudillo desdibujados, meras “casas de papel”, el Dr.
Roger se desdibuja también de la escena, se convierte en mero espec-
tador y entran en acción los nuevos actores que habrán de ocupar la
representación de la institucionalidad, en el caso del Forastero, son
los estudiantes, clara alusión a la muy conocida generación del 28.
La mujer, representada en la novela por Filomena Rompecabezas
es la emergencia de un actor de segunda que sin llegar a calzar los
puntos como actora política, actúa como escudo de protección que
se interpone entre las fuerzas en conicto, en su debilidad femenina
se anca la fuerza de su papel. Grita, ofende, pone en evidencia la
falta de caballerosidad del caudillo, mina sus reductos de respeto y
lo presenta a los ojos de sus subalternos como un patán.
Y luego, en vez de meterse en su casa, desde cuya ventana la
llamaba la madre, se encaminó resueltamente hacia la de go-
bierno, sacudiéndole el paso enérgico la rubia melena alboro-
tada.
Entró sin hacer caso de la guardia allí montada por los malen-
carados espalderos, subió precipitadamente la escalera y empu-
jando a un lado al portero, quien quiso cerrarle el paso al des-
pacho de Parmenión, allí se metió y plantándosele por delante:
- Muy bien generalote! - le dijo - Es usted muy guapo, muy va-
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liente. Ha sacado su primera campaña con unos muchachos…
para meterte en el bolsillo lo que deberías pagar a los trabaja-
dores, poniéndolos a ellos de forzados.
-Anda niña, vete a tu casa y déjate de cosas impropias de una
señorita decente
En los nuevos actores que han de ocupar la institucionalidad emer-
gente, la élite culta, aquella que maneja los hilos de las relaciones
con los centros de poder mundial, cuna y ejemplo del modelo civi-
lizatorio, la fuerza bruta, el patriarcado caudillesco son contraejem-
plos de buenos modales. Lo que ha de distinguir al nuevo sujeto
social, al nuevo actor político, es su ideal, su inteligencia, tener las
menos ataduras posibles y en ningún modo, ruda virilidad. En el
Forastero esta simbología de nuevos tiempos del dirigente político,
está recogida en el personaje de Elio Monegas
Sin embargo, Elio Monegas había comprendido y todo se le
había vuelto lucidez y serenidad dentro de sí mismo desde
un principio. No era cierto que su castidad, como se lo había
dado a entender el tío Mariano, su invencible repugnancia del
placer de la carne, fuese causa de su timidez y de su incer-
tidumbre de sí mismo. Allí debía estar, por el contrario, su
fuerza mayor y de mejor calidad, puesto que en ella vieron
sus compañeros _ Martín, especialmente, en cuya espiritual
amistad se complacía_ el mismo hermoso signo de predestina-
ción para obra noble que el singular Kolesnikov vio en Sacha
el puro… Era un signo de elección que Martín Campos había
descubierto en él. …
Figuras literarias que atrapan símbolos del tiempo históri-
co del Forastero
Más allá del modelo civilizatorio defendido y socializado por el autor a
través de la obra en referencia, una cosa es innegable en Rómulo Gallegos, la
riqueza de sus guras literarias y la sensibilidad para capturar el paisaje, des-
plegándolo ante el lector, transportándolo en tiempo y espacio. Es caminar
junto a los personajes, sentir el hedor de las lepras y pústulas que cundían el
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cuerpo de los imberbes estudiantes sometidos a trabajos forzados. Hay una
escena que quedó impresa en mi memoria, la veo, la siento. La barca vara-
da en el río, el agua que suena en el recodo, la garza que invariablemente
acude todos los días a posarse en la vieja embarcación, la iridiscencia que la
luz arrancaba de su plumaje, una barca-símbolo de un tiempo donde el río
daba vida al pueblo.
Ciertamente, desde el plano artístico literario es admirable la obra de
este novelista venezolano. Constancia de ello queda en:
La trinitaria y el Matapalo: parasitismo político
El reloj detenido: tiempo histórico y tiempo cronológico
Represamiento y desvío del río: enajenación de propiedad pública
El forastero: internacionalidad de los movimientos políticos
Por último, una gran pregunta queda en el aire ¿si la mirada es la gran
metáfora del saber ilustrado, cuál será la metáfora que recoja en un solo golpe
de sentido el saber del nuevo tiempo histórico, del modelo civilizatorio que
está pariendo Venezuela y nuestramérica toda?
Referencias
FAUQUIÉ, Rafael (1985). Rómulo Gallegos: la realidad, la cción, el símbolo. Un
estudio del primer momento de la escritura galleguiana. Caracas, ediciones
de la Academia Nacional de la Historia, colección Estudios, monografías
ensayos, Nº 64, 223 pp.
GALLEGOS, Rómulo (1985). El Forastero. Editorial Panapo, C.A.
LARROSA ,Jorge (2008). Leer (y enseñar a leer) entre las lenguas, veinte fragmentos
(y muchas preguntas) sobre lectura y pluralidad. (págs. 27-47). En Grego-
rio Valera-Villegas/ Gladys Madriz (compiladores). Lectura, ciudadanía
y educación. Miradas desde la diferencia. Coleección Paulo Freire, serie
Pensamiento Pedagógico. Editorial Perro y rana, Caracas.
PÉREZ HERNÁNDEZ, Hugo Antonio. La teoría social como metáfora vi-
sual. Revista v3/hemeroteca/hugoaph1.pdf.nº40, enero,febrero, marzo
2009