ISSN: 2343-6271
ISSN-E: 2739-0004
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Recibido: 2024/09/10 Aceptado: 2024/11/03
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El opresor en el oprimido
The oppressor in the oppressed
Gimeno, Rodrigo
1
Correo: rodrigogimeno1988@gmail.com
Orcid: https://orcid.org/0009-0007-9615-7107
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.14765619
Resumen
En este ensayo se emprenderá un recorrido sobre algunos conceptos propuestos a lo largo de la obra de
Pablo Freire. Se buscará reflexionar sobre las condiciones psicológicas que han sido necesarias en el
proceso colonizador europeo sobre los países de América Latina. A lo largo de todo el texto se realizarán
interrogantes que posibiliten pensar en nuevos modos de accionar como sujetos y colectivos
pertenecientes a Latinoamérica para lograr la emancipación como región. Por último, se hará hincapié
en la importancia que conlleva problematizar la educación y los modelos educativos importados desde
Europa.
Palabras Clave: Colonización, opresión, psicología social, América Latina.
Abstract
This essay offers an exploration of some concepts developed throughout Pablo Freire’s work. It aims at
reflecting on the psychological conditions that were necessary to carry out the European colonization
process in Latin American countries. Throughout the text, questions will be posed in order to think about
new ways of acting as subjects and collectives belonging to Latin America to achieve emancipation as a
region. Finally, emphasis will be placed on the importance of problematizing education and the
educational models imported from Europe.
Keywords: Colonization, oppression, social psychology, Latin america.
1
Licdo. en Psicología. Programa de Residencias Interdisciplinarias. Valeria del Mar. Argentina.
Sección: Ensayo 2025, enero-junio, Vol. 13, No. 25, 140-148.
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“En la colonización el gesto
decisivo es el del aventurero y el del pirata, el del tendero a lo grande y el del armador,
el del buscador de oro y el del comerciante, el del apetito y el de la fuerza, con
la maléfica sombra proyectada desde atrás por una forma de civilización que en un
momento de su historia se siente obligada, endógenamente, a extender la competencia
de sus economías antagónicas a escala mundial”.
Aime Cesaire
Introducción
El tema elegido para el presente ensayo es acerca de una de las ideas que desarrolla Pablo Freire a
lo largo de su obra. Será el concepto del opresor interiorizado en el oprimido sobre lo que me explayaré,
intentando dar cuenta de cómo en la historia de América Latina este ha sido un factor determinante para
la consecución de la empresa conquistadora y colonizadora.
Quisiera destacar que este trabajo hará un fuerte hincapié en el análisis de dicho concepto pero
desde una óptica que se pregunte por los factores psicológicos que se pondrían en juego en el proceso
colonizador. Es decir, poder pensar y reflexionar sobre el proceso “civilizatorio” que se llevó a cabo en
América Latina a partir de la llegada de Europa al continente resaltando, dentro de la multiplicidad de
causas que influyeron en dicho acontecimiento, las condiciones psicológicas tanto del opresor como del
oprimido.
Me parece oportuno transmitir algunos interrogantes que me surgen luego de familiarizarme poco
a poco con la obra de Pablo Freire. Me gustaría comenzar desde aquí, con un recorrido que permita ir
anudando dichas preguntas entre para hilvanar, en el análisis de aquellas durante el desarrollo y
conclusiones del ensayo, algunas respuestas posibles ¿cuándo se encuentra interiorizado un otro en uno
mismo? ¿Qué condiciones deben estar dadas para que aquel otro logre interiorizarse? ¿Cómo es que uno,
sabiendo que tiene al opresor interiorizado continúa reproduciéndolo?
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Desarrollo
En el capítulo 1 de pedagogía del oprimido, Freire (1970) plantea:
Uno de los elementos básicos en la mediación opresores-oprimidos es la prescripción. Toda
prescripción es la imposición de la opción de una conciencia a otra. De ahí el sentido
alienante de las prescripciones que transforman a la conciencia receptora en lo que hemos
denominado como conciencia que “aloja” la conciencia opresora. Por esto, el
comportamiento de los oprimidos es un comportamiento prescrito. Se conforma en base a
pautas ajenas a ellos, las pautas de los opresores. (p. 28)
Resulta importante destacar las palabras alienante y prescripción como dos significantes claves
para profundizar sobre el alojo que brinda el oprimido al opresor. Me pregunto en relación a la
alienación si este es, o no, un fenómeno que acontece por el sólo hecho de ser seres humanos. Es decir,
al nacer en el mundo en estado de prematuración es necesario que haya un otro que de entrada ejerza
cierto rol en el desarrollo y crecimiento de aquel futuro sujeto. Por esta razón, lo que podría ocasionar
un problema vendría a ser el hecho de que una vez constituido el sujeto por qué se tornaría necesario
continuar alienándose en un otro que impone una prescripción ¿qué es lo que ocurre en la subjetividad
del opresor y en la subjetividad del oprimido para que acontezca una colonización? Como menciona
Aime Cesaire (2006):
la colonización, repito, deshumaniza al hombre incluso más civilizado; que la acción
colonial, la empresa colonial, la conquista colonial, fundada sobre el desprecio del hombre
nativo y justificada por este desprecio, tiende inevitablemente a modificar a aquel que la
emprende; que el colonizador, al habituarse a ver en el otro a la bestia, al ejercitarse en
tratarlo como bestia, para calmar su conciencia, tiende objetivamente a transformarse él
mismo en bestia. (p. 19)
A partir de la anterior cita se vislumbra que para que la empresa colonial sea posible es necesario
que sucedan dos condiciones del orden de lo psicológico-emocional, en el opresor. En primer lugar, un
“desprecio” dirigido al hombre nativo. En segundo lugar, la justificación de que dicho desprecio tiene
un sentido “objetivo”. De esta manera, las condiciones ideológicas del colonizador-opresor logran un a
priori psicológico emocional necesario para su puesta en acción. En tanto se encuentren las condiciones
materiales y el set psicológico-emocional subjetivo lo permita, los esfuerzos por la colonización de otras
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poblaciones se harán posibles. Sin embargo, aparece otra condición necesaria, aunque no suficiente, la
cual ya no dependería exclusivamente del opresor, sino que dependería de los oprimidos. Dice Freire:
Los oprimidos, que introyectando la “sombra” de los opresores siguen sus pautas, temen a
la libertad, en la medida que ésta, implicando la expulsión de la sombra, exigiría de ellos que
“llenaran” el “vacío” dejado por la expulsión con “contenido” diferente: el de su autonomía.
El de su responsabilidad, sin la cual no serían libres. La libertad, que es una conquista y no
una donación, exige una búsqueda permanente. (p. 28)
Me pregunto si la búsqueda de tal libertad es también ya un a priori de la especie humana o si es
un valor cultural ya interiorizado ¿qué es la libertad? ¿Qué significa ser libres? Entiendo que la libertad
sólo puede ser significada como tal, si la población a la que pertenezco ha sufrido opresión por un/os
otro/s. Comprendo que para poder dar cuenta qué es el sentirse libre es necesario un trabajo de oposición
de significantes. Para esto, se podrá definir si en algún momento no se ha vivido en libertad. Aclarando
la cuestión, y describiendo lo que sucede al “interior” de los sujetos víctimas de los procesos
colonizadores, Freire (1969) plantea que los oprimidos:
Sufren una dualidad que se instala en la “interioridad” de su ser. Descubren que, al no ser
libres, no llegan a ser auténticamente. Quieren ser, más temen ser. Son ellos y al mismo
tiempo son el otro yo introyectado en ellos como conciencia opresora. Su lucha se da entre
ser ellos mismos o ser duales. Entre expulsar o no al opresor desde “dentro” de sí. Entre
desalienarse o mantenerse alienados. Entre seguir prescripciones o tener opciones. Entre ser
espectadores o actores. (p. 29)
Considero importante poder hacer un detenimiento en este punto resaltando la cuestión del miedo
y del ser, entendido a este último como el ser-sujeto de deseo. Ser sin identificación a ese otro violento
y cruel. Ser de deseo de los valores propios de una cultura, de un lenguaje con las articulaciones propias
que cada población ha desarrollado. Creo que aquí está el meollo del asunto cuando se entiende que los
procesos civilizatorios de Latinoamérica han tenido en común el hecho de que el oprimido se ha
identificado al opresor y con ellos ha actuado de la misma manera en el devenir de los años. Tanto al
exterior de su hogar como hacia el interior. Rita Segato (2016) relacionando la colonialidad y los
mandatos de masculinidad de los varones/oprimidos en América Latina relata: La conquista misma
hubiera sido una empresa imposible sin esa preexistencia de ese patriarcado de baja intensidad, que
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torna a los hombres dóciles al mandato de masculinidad y, por lo tanto, vulnerables a la ejemplaridad
de la masculinidad victoriosa” (p. 19), y agrega:
el hombre no blanco, en su derrota militar, acaba funcionando como la pieza bisagra entre
los dos mundos, es decir, como el colonizador dentro de casa… acaba emulando dentro de
casa la agresividad viril del vencedor y es él quien va a transferir la violencia apropiadora
del mundo que llega hacia el interior de las relaciones de su propio mundo. (p. 93)
De esta forma, es que dejaría de “existir” el sujeto libre, entendido éste como producto de las
regiones y poblaciones de nuestro continente. Pasando a ser un sujeto identificado a valores externos,
con otras significaciones, con otras demandas y con otras formas de vincularse con las cosas, con la
naturaleza, con los animales y con las personas. Por esta razón, también se sumaría otra condición previa
que facilitaría la empresa conquistadora. Siendo esta el “patriarcado de baja intensidad”; extendido
como una relación de género basada en una desigualdad.
Continuando con algunos aportes y abonando al tema del presente ensayo, específicamente en
relación a las condiciones psicológicas necesarias para el desarrollo de la colonización sobre los pueblos
latinoamericanos, se pretende poder dar lugar a un comentario del filósofo Enrique Dussel luego de
arribar al siguiente interrogante: ¿qué ha sucedido en América Latina desde su conquista y su imposición
del modelo civilizatorio europeo? Dussel (1977) explica:
América latina ha sido hasta ahora mediación del proyecto de aquellos que nos han
interiorizado o alienado en su mundo como entes o cosas desde su fundamento. Para nosotros
va a ser muy importante esclarecer cuál es el fundamento de ese hombre que nos ha
constituido como entes o cosas, para entendernos como latinoamericanos y poder
plantearnos la posibilidad de la liberación (…). (p. 19)
Para comenzar a pensar en este ensayo la cuestión de la liberación del opresor por parte de los
oprimidos pretendo traer ciertos aportes que se adhieran en una direccionalidad. Es Dussel quién resalta
la importancia que tend el poder esclarecer el fundamento de aquellos quienes han sido y son
actualmente los opresores. Se torna condición para la comprensión y emancipación el historizar sobre
los mecanismos de dominación y de cómo nosotrxs mismos somos reproductores de lógicas opresivas
sobre otros. Es a partir del reconocimiento de dichas condiciones lo que permitirá romper con la
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dialéctica opresor-oprimido. Así es que resulta fundamental poder historizarnos como pueblos.
Pudiendo visibilizar qué es nuestro y que no. Entiendo que el camino propuesto por Dussel es en
dirección contraria a la identificación con lo que nos propone el modelo europeo. Es decir, dirigirnos a
nuestro origen nos permitirá saber de dónde venimos como población y colectivo social pudiendo
percibir qué es lo propio, qué es lo específico, qué valores e ideales son los que se quieren defender. De
esta manera, es que podremos saber ser, sin temores, ni manipulaciones impuestas.
Considero que hace falta poder preguntarse por las dinámicas de vida actuales en las cuales las
poblaciones latinoamericanas se encuentran inmersas. No creo que se pueda trazar un paralelismo en
común sobre lo que sucede en los países de América Latina y, menos aún, en cada uno de los pueblos
que se encuentran en las montañas, al lado de un río o en una playa caribeña. Sin embargo, se nos
presenta el desafío de poder esbozar algo de una identidad propia como “patria grande”. No se trata de
hacer reduccionismos ni homogeneizaciones utilitarias atadas a algún fin, sino de encontrar en el camino
de nuestra historización, qué sentires y pensares tienen el nombre propio de América Latina. Un
ejemplo, entre tantas cosas, es el de repensar bajo qué modelo educativo crecemos y nos desarrollamos
como latinoamericanos y de dónde proviene nuestro sistema de educación. Freire (1977) explica:
Al reproducir (como no podía dejar de ser) la ideología colonialista, la escuela colonial
procuraba inculcar en los niños y en los jóvenes el perfil que de ellos se había forjado esa
misma ideología; un perfil de seres inferiores, de seres incapaces, cuya única salvación sería
volverse “blancos” o “negros de alma blanca. (p. 23)
Ésto último me hace reflexionar sobre qué cosas, en el territorio latinoamericano, debemos
aprender y deseamos aprender. Desde el jardín de infantes hasta la universidad ¿cómo crear un sistema
educativo que se encargue de poner en primer lugar los valores propios de nuestro continente? ¿Cómo
comenzar a desmantelar un sistema interiorizado en la subjetividad de las personas? ¿Será esto un
proceso de alienación en un otro? ¿En quienes otros?
Una vez más, e intentando responder a estos interrogantes, es que expongo un aporte del educador
Freire (1969) cuando comenta que: “la educación verdadera es praxis, reflexión acerca y acción del
hombre sobre el mundo para transformarlo” (p. 7). Al ser una praxis implicaría que el sujeto educador
se encuentre involucrado íntegramente, y que aquello pueda ser transmitido a los educandos
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cotidianamente. Creo que de lo contrario solo habrá un reconocimiento de carácter intelectual sin
atravesamiento en el propio cuerpo, quedando, así como se plantea en el texto pedagogía del oprimido:
"al margen de la praxis" (p. 52).
Tal vez, parte de la educación en América Latina, sea sobre aprender a hacer las preguntas
correctas para desmantelar un sistema que fue y es, hasta día de hoy, impuesto. Para dicho
emprendimiento emerge como algo urgente el poder dialogar entre los sujetos que componemos las
distintas poblaciones a lo largo y a lo ancho del continente. Se trataría de poder hablar de nosotros, de
conocernos con mayor profundidad en las diferencias y en lo común, problematizando nuestro devenir
histórico. Freire (1969) relata: “profundizando la toma de conciencia de la situación, los hombres se
“apropian” de ella como realidad histórica y, como tal, capaz de ser transformada por ellos” (p. 67).
A medida que continúo con el escrito comprendo que una condición psicológica que se le ha
impuesto al oprimido, y que tiene un efecto devastador para su subjetividad ha sido la de tener que
callar. El no poder hablar y no poder comunicarse libremente a esclavizado a aquellos a un silencio
mortífero. Así, cuando me refiero a comunicar no hablo solamente de intercambiar dialógicamente con
un otro, sino también dentro de la propia cosmovisión. Con sus propios dioses, espíritus, naturalezas,
etc. Me resulta imposible no transitar esta parte del ensayo con una molestia generalizada. Me pregunto
¿cómo volver al pasado? ¿Cómo recuperar nuestra memoria? ¿Qué tan importante será poder transmitir
algo del dolor que sufrieron nuestros ancestros de la región?
Conclusión
De esta manera comienzo a hacer, poco a poco, el cierre del presente ensayo en el cual me propuse
entretejer algunos interrogantes sobre las condiciones psicológicas que se impusieron a partir de la
llegada del europeo a América Latina. Quisiera destacar la importancia que cobra en mí, a partir del
desarrollo de este pequeño escrito, el valor que asume la educación liberadora y problematizadora en el
papel de la emancipación de los países de la región y del bloque entero de Latinoamérica. Freire (1969)
explica en relación a su propuesta educadora comparándola con la educación “bancaria” (verticalista):
“La problematizadora, comprometida con la Liberación, se empeña en la desmitificación. Por ello, la
primera niega el diálogo en tanto que la segunda tiene en él la relación indispensable con el acto
cognoscente, descubridor de la realidad” (p.65). La educación debe ser vincular desde sus inicios ya que
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es allí desde donde se podrá producir el advenimiento del sujeto-ser. De lo contrario se estará
performateando psiquismos, llenando “vacíos” de saber y/o formateando subjetividades. No habrá
sujetos educandos, sino objetos” a educar. Es necesario poder educar-nos en esta lógica a los futuros
sujetos y a nosotros mismos. Sujetos como agentes causales de su propia realidad, aunque pertenecientes
a un colectivo que los trasciende con valores, creencias, ideales, deseos, modismos, lenguajes, etc.
América Latina ha sido víctima de un arrasamiento material, físico, psicológico, emocional y
espiritual. Es necesario poder reparar las heridas para continuar y/o es necesario continuar con las
heridas abiertas escriturando la propia historia desde nuestro pensar- sentir y no desde lo que un otro
ajeno ha dicho.
Concluyo que desde el momento en que tomamos conciencia de las circunstancias pasadas,
entendiendo un poco más el porqué de nuestra actualidad, se nos presenta el deber de hacer algo con
eso. Tal vez se podría pensar en una propia ética como latinoamericanos. Un deber ser como ciudadanos
de la “patria grande”. Acciones que se transformen en actos de justicia que intenten reparar parte del
daño ocasionado a nuestros antepasados, a nuestros bosques, a nuestras tierras.
Por último, Freire (1969) nos propone:
El gran problema radica en cómo podrán los oprimidos, como seres duales, inauténticos, que
“alojan” al opresor en sí, participar de la elaboración de la pedagogía para su liberación. Sólo
en la medida en que descubran que “alojan” al opresor podrán contribuir a la construcción
de su pedagogía liberadora. Mientras vivan la dualidad en la cual ser es parecer y parecer es
parecerse con el opresor, es imposible hacerlo. La pedagogía del oprimido, que no puede ser
elaborada por los opresores, es un instrumento para este descubrimiento crítico: el de los
oprimidos por sí mismos y el de los opresores por los oprimidos, como manifestación de la
deshumanización. (p. 26)
Creo que será necesario agregar a la acción de hacer consciente al opresor interiorizado en el
oprimido, el conocer nuestra historia, el sentir de nuestra propia tierra. El familiarizarnos con nuestro
origen será un deber como latinoamericanos para una nueva dirección de nuestra “patria grande”. Será
así, un paso intermedio el de descubrirnos alienados en un otro tirano que fue interiorizado. Sin embargo,
restará un trabajo restante que tendrá que ver con el poder sentirnos parte de una cosmovisión diferente
en la que el otro sea un otro y no un medio para un fin.
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Referencias
Cesáire, A. (2006). Discurso sobre el colonialismo (Vol. 39). Ediciones Akal.
Dussel, E. (1994). 1492: el encubrimiento del otro: hacia el origen del mito de la modernidad.
Conferencias de Frankfurt, octubre de 1994.
Freire, P. (2000). Pedagogía del oprimido. Editorial Siglo XX1.
Freire, P. y Ronzoni, L. (1969). La educación como práctica de la libertad.
Freire, P. (1978). Cartas a Guinea Bissau. Apuntes de una experiencia pedagógica en proceso.
Segato, R. (2016). La guerra contra las mujeres. Traficantes de sueños.
Nota: el autor, Gimeno Rodrigo declara no tener situaciones que representen conflicto de interés real, potencial o
evidente, de carácter académico, financiero, intelectual o con derechos de propiedad intelectual relacionados con
el contenido del ensayo El opresor en el oprimido, en relación con su publicación. De igual manera, declara que
el trabajo es original, no ha sido publicado parcial ni totalmente en otro medio de difusión, no se utilizaron ideas,
formulaciones, citas o ilustraciones diversas, extraídas de distintas fuentes, sin mencionar de forma clara y estricta
su origen y sin ser referenciadas debidamente en la bibliografía correspondiente.